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martes, 1 de septiembre de 2009

Jimena santa y perra desgraciada

Está a toda madre la lluvia, la brisita que dejan las olas en el ocho cascadas está memorable y el viento se ha lucido pero nada de cuidado. A uno que otro niño le ha de haber ocasionado un trauma irreparable haber dejado su casa para ir a vivir a una escuela catalogada como albergue. A todos los lugares que quieras, pero por favor, no a la escuela. De ahí en fuera, parece que Jimena se lució y se portó como la bella dama que seguramente es. Sin embargo, lo sé por experiencia, no faltará la autoridad que la hará pasar por una perra desgraciada y aprovechada que ocasionó daños millonarios en todo el estado, mientras las televisoras piden víveres para los sudcalifornianos en desgracia, nosotros nos tomamos una ballena en el Tule que presume un que otro tronquito arrastrado por el arroyo.


lunes, 31 de agosto de 2009

Al huracán Jimena se le hace agua la boca

Si algo sé de huracanes es que son rebeldes, no les gusta seguir pronósticos y al menor descuido pierden su calidad de huracán para convertirse en una deliciosa lluvia. Suelen ser aguafiestas. Aunque en ocasiones le hacen honor a su nombre y de tan grandes se les hace agua la boca por tocar tierra y armar un desmadre de dimensiones bíblicas. Hace ya varios años que no llega un huracán fuerte a Los Cabos y, desgraciadamente, tenemos una memoria de eyaculador precoz, nos dura si acaso minuto y medio: gran parte de Los Cabos está asentado en arroyos y cuando el agua corre, no hay nada ni nadie que pueda pararla, y pocos recuerdan o saben lo que pasa cuando pega un huracán grande y poderoso, y peor si trae nombre de mujer.

Esperemos que nos vaya bien con Jimenita: a mí me encantan los huracanes, es un buen pretexto para ir desempolvando el chocolate abuelita, la lotería, ir afilando los lucidores chistes para pasar el apagón, oler la maravillosa atmósfera que deja la lluvia y ver pasar las nubes tan rápido como si el que se moviera fuera el planeta. Esperemos que no haya pérdidas que lamentar y que sólo sea un pretexto para tener agua y juntar a la familia que, por la falta de luz eléctrica, no les va a quedar de otra más que ponerse a platicar entre ellos. Por cierto, Jimena se escucha bien, empieza con J de Jonás, y la J siempre es peligrosa. O por lo menos muy habladora.