jueves, 19 de junio de 2008

Mejor me voy a pie

Yo respeto a los taxistas. Puf, son la mera onda cuando traen como cuatro cervezas atravesadas y los ray ban ya andan un poco chuecos. Pero cuando encaramados en el taxi ni quién los aguante. La verdad es que, no quiero que sea muy notoria mi envidia, tienen un pegue que nada le piden a Cuauhtémoc Blanco. Hace tiempo me enteré, ante la necesidad de pasar caminando todos los días por la delegación, que hay un grupo de personas que defienden a capa y espada (o mejor dicho, a capa y a echada, después del plantón que llevan) una oportunidad para meter taxis económicos en Cabo San Lucas.
Mejor que hagan una consulta ciudadana y me pregunten a mí que si que prefiero (Por favor tome muy serio la encuesta): Por esto, ahí le va… Usted qué prefiere como transporte público:

1. Un taxi camioneta de ocho cilindros manejada por un chofer que se cree hijo de Bush, casi como si fuera werillo, con ojos azules y con una billetera desbordándose de dólares, y que, además, le hace mala cara a los mexicanitos que les toca llevar a esas colonias populares donde no conocen la buena propina… Es decir, con un chofer, que pese a su origen ranchero y patasaladiense, tiene tufos del Ku Klux Klan y mira a la mexicanada como Nazi a un judío.

2. Un taxi popular donde el chofer sea su cuate, le cuente chistes de Hugo Sánchez, tararee un canción de Paquita la del Barrio, que sepa alburear, es decir, con un chofer como usted y yo –aunque yo no tarareo a la paquita–, pero sobre todo, en un taxi que le cobren lo que un mendigo carrito de cuatro cilindros es capaz de gastar (creo que ni se nota la lana que me pasaron los de los taxis populares).

3. Un pesero con los últimos hits reggaetoneros del momentos, con todo y su luz azul de neón que provocan ambientes cachondos y bragueteros mientras usted se dirige, ya cansado de su chamba y de ver gringas, a su humilde casa. Todo esto, mientras en el pesero todos van amontonados, oliendo el sabroso perfume del humano después de nueve horas de trabajo, mientras a su mujer le cobran tarifa.

4. Aventársela caminando con el riesgo de ser atropellado por el primer morrito en honda civic que le luce su varonil motor a la morrita sueltoalaprimera que lleva a un lado. Caminando mientras su moral y su calidad como persona se ven disminuidas porque usted, al modo perdedor, va caminando. Pobretón y además, por pendejo, tanto dinero que hay en San Lucas para que ni le alcance pal pesero.

Agradecemos su participación y, tenga por seguro, que mandaremos los resultados a la autoridad competente (es decir, patrañas, no haremos nada). Viva la vida loca.