lunes, 31 de agosto de 2009

Al huracán Jimena se le hace agua la boca

Si algo sé de huracanes es que son rebeldes, no les gusta seguir pronósticos y al menor descuido pierden su calidad de huracán para convertirse en una deliciosa lluvia. Suelen ser aguafiestas. Aunque en ocasiones le hacen honor a su nombre y de tan grandes se les hace agua la boca por tocar tierra y armar un desmadre de dimensiones bíblicas. Hace ya varios años que no llega un huracán fuerte a Los Cabos y, desgraciadamente, tenemos una memoria de eyaculador precoz, nos dura si acaso minuto y medio: gran parte de Los Cabos está asentado en arroyos y cuando el agua corre, no hay nada ni nadie que pueda pararla, y pocos recuerdan o saben lo que pasa cuando pega un huracán grande y poderoso, y peor si trae nombre de mujer.

Esperemos que nos vaya bien con Jimenita: a mí me encantan los huracanes, es un buen pretexto para ir desempolvando el chocolate abuelita, la lotería, ir afilando los lucidores chistes para pasar el apagón, oler la maravillosa atmósfera que deja la lluvia y ver pasar las nubes tan rápido como si el que se moviera fuera el planeta. Esperemos que no haya pérdidas que lamentar y que sólo sea un pretexto para tener agua y juntar a la familia que, por la falta de luz eléctrica, no les va a quedar de otra más que ponerse a platicar entre ellos. Por cierto, Jimena se escucha bien, empieza con J de Jonás, y la J siempre es peligrosa. O por lo menos muy habladora.


sábado, 29 de agosto de 2009

El Par Vial mágico

En un pueblo mágico, llamado el destino de todos, un día cualquiera uno de sus brillantes dirigentes se le ocurrió crear una obra maravillosa y hermosa la cual llamaría Par Vial. Iniciaron las obras, deshicieron calles, tronaron negocios; los magníficos planes indicaban que la obra duraría sólo 9 meses.

Lo que no sabían es que la magia lleva tiempo, y el pequeño pueblo se ha llenado de ogros y entes malvados que no dejan terminar la obra. Los negocios, el desempleo y un tráfico de los mil demonios oscurecen la magía blanca y bienintencionada de los encargados del proyecto. Después de todo, la magia existe, tal vez en un par de años más lo terminen, y santaclós les deje muchos regalos por portarse tan bien y el ratoncito de los dientes pueda pasearse a toda madre con la infraestrura moderna y con el pavimento lujoso y brincador con el que recubrieron las calles, mientras que el fantasma de Michael Jackson baile el paso de la luna sobre las maravillosas banquetas que siguen oliendo a aguas negras.