jueves, 31 de diciembre de 2009

Feliz año con patines y senderos

Desde aquí dejo en claro el único de mis propósitos para el 2010 que vale la pena: no me verán, bajo ninguna circunstancia, ni siquiera aunque el amor apendeje lo que me queda de razón, ni siquiera por un descuido, ni aunque amanezca con los patines encarnizados, no me verán patinando en la nueva pista de hielo y no comeré ni siquiera una torta en la novedosa  y omnipresente plaza sendero.
Los demás propósitos son tan absurdos que no sé si los logre: no ver, si es que sale, ningún otro video porno de nadie que sea figura pública; ahora siempre que veo los periódicos no puedo evitar el rubor de quien sabe los secretos prohibidos que uno no debería saber, como cuando descubres al compadre de la familia engañando a su mujer. Visitar a los organizadores del par vial y felicitarlos por su maravilloso contribución al cosmopolitismo sanluqueño (los semáforos para peatones están poca madre, lo malo es que para el 2010 ya habrá carro voladores y serán inútiles, una lástima, tanto se tardaron que el futuro los alcanzó). Aprender a tocar la guitarra y dejarme el copete, después de los resultados de mi investigación de campo me pude dar cuenta que es la fórmula infalible para tener morrita sin manejar un honda civic. En fin, hay varios más, pero del resto, sólo vale la pena el  último: dejar de ver los videos pornos de políticos cabeños que hay en línea. Me encanta el espíritu navideño y esas cosas.


martes, 29 de diciembre de 2009

Santa y existencias

Por supuesto que me sorprendí. No todas las noches se encuentra uno a un viejo barbón con cubrebocas en la cocina. Jamás lo había visto, incluso llegué a pensar que en realidad no existía, pero me di cuenta que había vivido en un error. En un grave error que me había condenado a varios años en los que mis papás habían tenido que comprar los regalos y ponerlos debajo del árbol sólo porque su maleducado hijo era incapaz de ganarse los regalos por sí mismo. Ahora entiendo que cuando, aquella noche, me desperté a orinar a las dos de la mañana y los sorprendí acomodando los regalos en vez de sataclós, me tuvieron que decir que santa era un invento sólo para no hacerme sentir mal. Ese fue el máximo error de mis padres, según lo que me dijo Santa esa noche. Después de que me repuse de la sorpresa, lo invité a cenar, platicamos un rato. Me enteré que está preocupado por el mundo, me recomendó que fuera al cine a ver Avatar, que anulara el voto las próximas elecciones y que me pusiera las pilas para superar la crisis el próximo año. Cuando se despedía, no me quedé con la duda y le pregunté por qué ahora se había dignado en dejarme regalos: Ah, me dijo justo cuando empezaba a repasar mis buenas acciones del año, leí tu entrada sobre los homosexuales y fue inevitable perdonarte tantos errores. Si me sorprendes con algo sobre la nueva ley de los matrimonios nos veremos el próximo año. Y se alejó con carcajadas cálidas que abarcaron todo el cielo hasta que la lucecita se perdió en el cielo. Después de todo, yo fui el único del lugar que recibió un regalo, los demás fueron engañados por sus padres. 


lunes, 28 de septiembre de 2009

El faro que nos fumamos

(Quise escribir un post bienintencionado sobre el faro de Cabo San Lucas, pero es por demás)
No hay faro
No lo busquen que no hay
Búsquenlo pues, pero no van a encontrar nada
Hace años que no había faro, sólo motos, arena, polvo
Que no hay faro
Desde hace años
Se convirtió en una lucha que de ganarse también está perdida
Décadas sin faro y ni nos dimos cuenta
No hay faro, no había faro
No más que una construcción abandonada
Los ejidatarios tampoco tienen: lo convirtieron en pick ups y casas elefantes del mal gusto
Para qué pelear contra los de siempre, ellos no tienen faro, nadie lo tiene
Y, sin embargo, insiste
el maldito del fantasma que solía ser el faro
en iluminarnos cada noche
a pesar de que insistimos en no verlo.
Pobrecitos los ejidatarios que no tienen faro
tan pobres los hoteleros que se van a quedar sin faro
Pero ya no lo hay: búsquenlo. No hay.
Hace años que lo borraron del mapa
aunque sigue en el mismo lugar.
Qué faro, en dónde
“Quién hace tanta bulla, y ni deja testar las islas que van quedando


Cómo pueden dormir tranquilos esos señores que tan a gusto, como quien vende el patio que le sobra, se deshicieron de una parte fundamental de nuestra historia. Hace tiempo que el faro se perdió y, señores, los culpables tienen apellido: moralmente deberían estar devastados, sin embargo, guajolotean por todas partes con papadas multicolores mientras se sienten la aristrocracia cabeña. Qué vamos a pelear si lo vendimos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Vampiro choyero

Vampiro choyero. He encontrado un documento valioso. No me pregunten cómo llegó a mí la grabación que a continuación transcribo. Según mis fuentes, los hechos sucedieron en la antigua (milenaria) esquina donde estaba el Pizza Hot, seguramente, fue un sábado por la noche y con unas ballenas medias escondidas. Es un testimonio de pocos segundos, pero impactantes:

"—Compita, como que hace mucho calor como para andar de gabardina y con botas,¿no?

Pero el compita no respondió.

—Además lo veo como muy agüitado, no cree que hace mucho calor para andar con tiricias?

Pero el compita ni se movía.

—De seguro has de escuchar de esa música ruidosa loca de puro ruido.

El compita, nada.

—Cortarte el pelo es lo que deberías de hacer, tanto calor que hace para andar con el greñero.

Y nada.

— Hasta ganas de invitarte un hot dog me están dando, se me hace que de lo pálido que andas ni puedes hablar. Compita, ¿no quiere un trago de la ballena?

Silencio.

Ruidos extraños.

Fin de la grabación."

Jamás volvimos a saber del mierda, nuestro entrañable amigo, sólo quedó esta absurda historia. Es probable que se trate de un insólito vampiro instalado en aquella memorable esquina que solía vivir de noche entre palomilla y ballenas, antes de que la policía nos corriera de todas partes. No soy nadie para decirlo, pero ése es mi centro histórico de San Lucas, y hasta historia de vampiro tiene.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Ciudad de calles para ratones

Ciudad de calles para ratones. En Cabo San Lucas vivimos apretados y ni nos damos cuenta. Nos apretamos en los pocos peseros viejos que existen, en la playa, en las calles. Somos una ciudad pequeña y vivimos encimados. Nadie ve que hay mucho monte todavía: las constructoras nos han encimado unos con otros, nos han echado a perder la comodidad de vivir en un lugar como éste a costa de acumular más dinero. Un día de estos se me va a bajar la presión por un berrinche, pero, simplemente, no puedo concebir cómo alguien permitió que los fraccionamientos vendieran casas en laberintos ratoneros, donde ni siquiera las calles tienen medida de adultos. Nos construyeron un mundo de enanos y se los compramos. En las calles de los fraccionamientos apenas cabe un carro, y son de doble sentido. El fraccionamiento Miramar es una jungla de concreto, lastima la vista ver tantas casas amontonadas. La gente trata de vivir bien, pinta sus casas, se plantan jardines, ponen cortinas bonitas, pero las construcciones son una ofensa. Los multifamiliares se han estado popularizando: insisto, qué no hay mucho monte como para vivir amontonados. Qué no seguimos siendo una ciudad pequeña para echarnos a perder la vida tan pronto.

No es que yo quiera tener un rancho, no nací ejidatario para que las cosas me caigan del cielo. Simplemente me gustaría defender un estilo de vida: vivir bien, en zonas agradables donde los niños puedan jugar es espacios verdes, donde las peleas no inicien con el vecino por un espacio para estacionar el carro y termine con los automovilistas que se pelean los apretados carriles. O hay que ser ricos o ejidatarios para tener un patio donde poner un mango y un limón. Sé que necesitamos casas, que cada vez somos más, y que la necesidad nos hace comprar un departamento en un multifamiliar a precio de una mansión en la playa. Pero no debería el gobierno defender parámetros en la construcción, parámetros que garanticen un nivel de vida óptimo para los habitantes. En un lugar donde las invasiones abundan, creo que es pedir demasiado. Imposible en un país donde las aguas negras se convierten en tsunamis que acaban con fraccionamientos completos. Lo que entristece es que a fuerza de ganar más dinero, y más dinero, las constructoras y los gobernantes no sólo están acabando con un modo de vivir, sino están deteriorando nuestro nivel de vida. Cómo no me voy a sentir estresado si las calles parecen para ratones y las casas pequeñas ratoneras. Pobre del vecino que se estacione en mi lugar, porque con él me voy a desquitar toda esta frustración.

Los lugares cambian. Cabo San Lucas sigue siendo un lugar agradable para vivir, pero por cuánto tiempo más.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Ya tenemos UABCS o el cereso les hubiera quedado mejor

Ya tenemos UABCS o el cereso les hubiera quedado mejor. Siempre, al primer berrinche decimos, “si Los Cabos tiene mucho dinero”. Lo decimos si no entendemos por qué hay muchas calles sin pavimentar, si los peseros son horribles, si no hay banquetas decentes, si uno no encuentra estacionamiento para ir a la playa o si no hay lugares públicos bonitos. Yo, no puedo dejar de decirlo cuando analizo la situación de la educación superior en Los Cabos, sobre todo, en Cabo San Lucas. En San Lucas, desde hace ya varios años vimos nacer las primeras universidades que, por supuesto, no eran públicas: El CUT y la UNIVER empezaron a aprovechar un buen mercado. Nadie se había interesado en abrir una universidad pública, para qué, si en San Lucas sólo se necesitaban meseros, camareras, cocineros, jardineros, albañiles, pescadores, veladores, y bailarinas exóticas con sus correspondientes chulos.

Después de un tiempo, los frustrados planes de un cereso tirarrostro (en el pleno centro de San Lucas) dieron paso a un maravilloso campus de la UABCS. Para mí fue una buena noticia saber que abrirían un campus. En vez de cárcel teníamos una universidad, orgullo de sudcalifornia al alcance de la mano. Sin embargo, las universidades populares seguían siendo las privadas. Actualmente, a varios años de distancia, el panorama sigue siendo el mismo. El campus no ha sabido adaptarse, ofrece cuatro limitadas carreras con las que no puede competir con las populares y fresitas de las privadas, porque éstas han sabido adaptarse y abrir carreras atractivas y prácticas para la sociedad San Luqueña. Aunque no generan un pensamiento crítico ni humanista que ayuden a sus alumnos a ser mejores personas, la realidad es que ofrecen carreras lo suficientemente prácticas como para que sus estudiantes se sientan útiles y orgullosos de sí mismos. Sin embargo, la UABCS sigue siendo una opción educativa a pesar de su pobre oferta que se limita a derecho, comercio exterior y, últimamente, turismo alternativo y lenguas modernas. El campus no ha podido generar vida universitaria, los alumnos se siguen sintiendo en la preparatoria, muchos ni conocen la biblioteca y sólo van al campus las cuatro horas y media que deben de estar ahí, y como no hay otra cosa qué hacer, se regresan a la calle. Las instalaciones, generalmente, se ven solas, sin vida universitaria y, por si fuera poco, tienen que lidiar con los maravillosos problemas que los sindicatos y rectoría tienen en la ciudad de La Paz.

Seguramente, el poco presupuesto destinado a los campus no les permite crecer. Pero me reclamo otra vez el berrinche: a pesar del dinero que genera el municipio, ¿no sería justo que contara con un campus atractivo y útil para la sociedad? Si las universidades privadas han sabido crecer, no veo por qué una universidad pública no podría hacerlo. Los Cabos no sólo podría ser un destino turístico, también podría ser un bonito municipio donde se genera vida universitaria. Desde fiestas a eventos académicos y deportivos. Recuerden que la universidad no sólo es un lugar para ir a tomar clases, una universidad genera conciencia y movimiento en la sociedad. Es una pena ver que el campus también está en huelga y que las universidades privadas siguen luciéndose con carreras generalmente mediocres y con mensualidades al nivel de Los Cabos: muy altas. Y sobre todo, han crecido gracias a la incapacidad de las autoridades por ofrecer a los cabeños mejores opciones. Odio ser el pesimista, pero las malas condiciones del campus de Los Cabos no sólo afectan a sus estudiantes, sino a toda una sociedad que sigue pensando en mandar lejos a sus hijos cuando llegue el momento de estudiar una carrera, o simplemente, que estudien la prepa y se pongan a trabajar.

Pero no me puedo quejar, ya tenemos universidad pública, aunque podría apostar un gemelo a que el cereso les hubiera quedado más bonito y mucho más eficiente. Aunque yo sigo sintiéndome como don beto, aquel el del comercial del niño que gritaba, don beto, don beto, ya tenemos carretera. Y don beto no podía contener las lágrimas, que escondió tras el viejo pretexto de la basurita en el ojo. Ya tenemos universidad, pero no se ven ni ganas de mejorar, y eso que San Lucas genera mucho dinero. Ya doy lástima.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Yo, homosexuales, intolerantes y confesiones

Cómo podría alguien respetarme si saliera a la calle con mis botas, una tanga roja y un sombrero vaquero. Sería casi imposible que la gente no me volteara a ver o se riera enfrente de mí: bola de intolerantes que no son capaces de respetar mi gusto por caminar como vaquero en tanga. Vivimos en una sociedad donde reina un espíritu de similitud. Sé que yo soy diferente a los demás, sin embargo, somos similares, usamos más o menos el mismo patrón de conducta, vestimos parecido, utilizamos casi las mismas palabras y comemos lo mismo que todos. Incluyendo a hombres, mujeres, homosexuales y lo que resulte. El problema empieza cuando las personas se salen de esa supuesta normalidad y trasgreden la costumbre: yo caminando en tanga. Éste, me parece, es uno de los mayores problemas de los homosexuales y que han tenido que lidiar con una sociedad sin educación. Qué sé yo del movimiento gay: nada, me he quedado como un simple espectador y sin mucho afán por convertirme en activista. He podido ver, en las marchas gays que se han realizado, que más que buscar respeto y una postura ante la sociedad, se convierten en caricaturas de ellos mismos y se ubican como el centro de todas las burlas y de todos los dedos índices del público. El desfile parece ser su presentación y su posesión en la sociedad. Sin embargo, como lo he podido constatar lo último que ganan es respeto. Entiendo muy bien que el movimiento gay como tal necesita de ese carnavalesca presentación para ganar el preciado lugar en la sociedad y que con toda razón se merecen. De igual manera pasó con el movimiento femenino: las mujeres se ganaron su lugar luchando y manisfestándose, muchas de ellas tuvieron que adaptar actitudes masculinas para ganar terreno. Los homosexuales parecen haber adaptado, a su vez, una actitud provocativa. Lo que les debería de preocupar es que tal movimiento tiene como eje un desfile donde la mayoría del público asiste para burlarse de ellos. Difícilmente van a ganar respeto si se mantienen siendo el centro de atención de un público aún machista e intolerante que los cataloga como hombres pintadas. Por supuesto que hay muchos homosexuales que son magníficas personas, algunos de mis amigos son gays y puedo vivir tranquilamente con uno de ellos. La homosexualidad no está peleada con la calidad humana, para nada. Obviamente son personas como cualquier otra, incluso, está más lejano a mí alguien asexual que un homosexual. Lo que me preocupa es que muchos homosexuales están buscando respeto cuando ni siquiera se respetan a ellos mismos. El tema me preocupa, porque como muchos, me interesa crecer en una sociedad tolerante y educada. Mucho se dice que el gay no es libre hasta que no lo grita a los cuatro vientos, ser libre implica que hasta el vecino sepa que les gustan las personas de su mismo sexo. Entiendo que esa premisa le conviene al movimiento gay que busca acostumbrar a la sociedad con los gustos divergentes, pero, me pregunto: qué necesidad de hacer público algo tan personal. ¿Si a mí me gustan los hombres o las mujeres es algo que les deba de interesar al resto de las personas? Para mí es algo difícil de comprender. Me disgusta igual un hombre que sale a la calle con una mirada lasciva y acosadora contra las mujeres que un homosexual presumiendo de una lívido altamente flamable. Hablamos de reglas de convivencia que nada tienen que ver con preferencias sexuales. Si las personas buscan respeto, el primer paso parece ser respetarse a sí mismos, y por lo tanto, a los demás. Actualmente, el problema de la intolerancia hacia los homosexuales parece tener dos salidas: la homofobia que aún existe en nuestra ciudad y en el país, pero también, la actitud provocadora y ofensiva de muchos homosexuales.


domingo, 6 de septiembre de 2009

La nostalgia aún no tiene canas o el San Lucas con pelícanos

La nostalgia aún no tiene canas o el San Lucas con pelícanos. Yo no conocí el San Lucas de antes. Si me dicen que hubo un pequeño tornado que ocasionó más chisme que daño tendrán que mostrarme fotos certificadas, o una prueba contundente o, por lo menos, algún buen mentiroso que me convenza que sí lo hubo, que al le tocó verlo, y que sea un sanluqueño embustero, no porque sea mentira, sino porque esos son buenos para convencer.
Para mí la Juárez siempre fue sólo una cancha nomás para ir a jugar de vez en cuando y la Amelia Wilkes pues sólo una plaza con banquitas disponibles para ir a una que otra kermés de la escuela. Tampoco me tocó el San Lucas que sólo llegaba hasta el bordo, ni mucho menos cuando el auditorio era novedad. Y qué esperanza que me tocara el pueblito de pescadores donde no había bardas entre las casas, donde el mar a todos les quedaba cerca, ahí nomás enfrente; tampoco cuando la policía eran una bola de conocidos que perdonaban cualquier insignificancia sólo con la amenaza de irte a acusar a tu casa.
Yo, indudablemente, soy de otra generación, de otro San Lucas y de otro tiempo. El San Lucas de antes es una empacadora de pescado en ruinas, un acento cada vez más en peligro de extinción y una ronda de cafecito por la tarde. Sin embargo, conocí otro San Lucas, uno al que se le dice “Cabo”. Tan distinto al otro, pero igualmente lleno de vida aunque con problemas que se llaman con todos los nombres: crisis, explotación, quiebra, cierres temporales, delincuencia, virus alarmantes, huracanes, agua, tráfico, miseria, pobreza. Pero aquel San Lucas siempre está presente y no se va del todo, en ocasiones me enseña que los problemas tienen solución, que no hay que preocuparse demasiado, que la playa es una buena terapia y aunque ya no podemos dejar los carros sin seguro y ni los vidrios abajo, aún seguimos en este lugar que lleva como bandera la tranquilidad.
No fue necesario conocer al San Lucas de antes, porque a veces se asoma y uno más o menos puede intuirlo. No basta añorar aquellos tiempos, el reloj cambia y la adaptación es nuestra mejor salida. ¿Será que podemos rescatar el espíritu de aquel pueblo para adaptarlo a este Cabo que sigue dando dolores de parto? A mí me gustaría apostar que sí. Pero, qué sé yo de esto si todavía juego Nintendo, nomás porque no me tocó el Atari.



viernes, 4 de septiembre de 2009

Los topes me ponen cachondo


Los topes me ponen cachondo: Estoy seguro que quien planea los topes en Cabo San Lucas siente un placer morboso y patológico cuando pasa por ellos. Seguramente disfruta cuando el carro da un pequeño brinquito y el asiento lo hace vibrar como pocas cosas logran hacerlo. Intuyo esto porque no le encuentro otra explicación lógica a todos los topes. De por sí las calles no están muy buenas, se encuentran llenas de hoyos y con el pavimento tan viejo que ni siquiera se puede conducir rápido. Hay calles que se llenan de tráfico, donde se arman filas enormes de carros y todavía se atreven a poner topes. Topes y más topes. Si van a pavimentar una calle primero le ponen los topes y luego la pavimentan. Si no van a pavimentarla, de todos modos le ponen topes. Disculpen mis malos pensamientos, pero debe de haber alguien que disfruta deliciosamente ese brinquito. Seguramente, si no viene carro, hasta le ha de dar reversa para pasar de nuevo. Sólo por poner un ejemplo, la Leona Vicario o la Avenida Los cabos: en esas calles siempre hay mucho tráfico y es casi imposible conducir rápido. Pero a estos depravados sexuales no les importa, ponen topes. Los topes sirven en una sociedad de maleducados como la nuestra para bajar la velocidad de los conductores, pero no para hacer embotellamientos, y muchos topes sólo sirven para eso. Sé que muchos funcionan bien, pero es exagerado su utilización. Ni que las calles estuvieran tan buenas y las que están buenas les ponen topes. Es decir, no hay una sola calle libre de hoyos o de topes, en todas debe de haber un brinquito. Tal vez un día de esto yo también empiece a disfrutar de ese brinquito cachondo que da el carro. Digo, no hay tope que por bien no venga.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El Buki me pone triste

El buki vive por la casa. Siempre lo veo afuera de donde creo que vive. Es un tipo flaco, con el pelo largo, barba de candado y mirada melancólica. Se para en la banqueta, se recarga en la pared y nomás se la pasa viendo pasar los carros. Ese pinche Buki pienso yo, otra vez esperando clientes. No sé si venda droga, si se prostituya, o si sólo disfruta estar de pie en la banqueta viendo pasar a la banda. Lo que es cierto, es que el Buki existe y se la lleva en el mismo lugarcito. Vive cerca del centro. Justo en la zona del centro donde ya no hay gringos ni turistas. Donde uno puede encontrar trasvestis dispuestos a todos, borrachos perpetuos y cholillos monaguillos al pendiente de su primer atraco. Mi teoría es que el Buki también es sanluqueño, de los de antes. Pero como se acostumbraba, apenas terminó la primaria y no se preocupa mucho por el futuro. Le digo el Buki porque además de la fachada, tiene como un aire melancólico mientras espera no sé qué cosa y, a veces, voltea a la cancha Juárez como buscando algo. Seguramente San Lucas le creció de golpe y todavía no se acostumbra.


miércoles, 2 de septiembre de 2009

La UABCS y mi tata

He llegado a la conclusión de que mi tata vio frustrada su capacidad de líder estudiantil universitario por una simple razón: sólo estudió hasta la primaria. Pero escucharlo hablar es una delicia que ya quisieran varios estudiantes frustrados: ponerse a trabajar es lo que deberían de hacer todo esa bola de güevones, no, ya me imagino, el rector de la universidad ha de tener los huevos hasta las rodillas de nomás estarse jalando. Una chinga le deberían de dar a todos esos cabrones que tienen cerrada universidad. Que se queden sin trabajo, verás que si no les van a dar ganas de levantarse temprano para irse a trabajar. A mí no me queda más que seguirle la corriente para hacerlo enojar más, ni los chistes voluntarios le salen tan bien. Tata, pero ellos están en su derecho, deje que se expresen. Mi tata se queda un ratito en silencio, pero como huracán categoría cuatro, lanza una racha furiosa de viento de hasta 290 km/hr: derecho mi verga ensangrentada qué, ni que se vieran tan bonitos pidiendo dinero sin trabajar. Tata no sea grosero, no se enoje. Cómo no me voy a enojar, si nomás de verte la cara de güevon me da más coraje todavía. Ándale, vete a jalarle la cresta al gallo tu también o ver qué chingados haces.

No queda más que disculparme por las rachas y las malas frases de mi tata, pero que sin duda, son un reflejo de la impresión que se genera alrededor de la uabcs y sus huelgas. Hasta los que no tienen nada que ver con la universidad les da coraje.


martes, 1 de septiembre de 2009

Jimena santa y perra desgraciada

Está a toda madre la lluvia, la brisita que dejan las olas en el ocho cascadas está memorable y el viento se ha lucido pero nada de cuidado. A uno que otro niño le ha de haber ocasionado un trauma irreparable haber dejado su casa para ir a vivir a una escuela catalogada como albergue. A todos los lugares que quieras, pero por favor, no a la escuela. De ahí en fuera, parece que Jimena se lució y se portó como la bella dama que seguramente es. Sin embargo, lo sé por experiencia, no faltará la autoridad que la hará pasar por una perra desgraciada y aprovechada que ocasionó daños millonarios en todo el estado, mientras las televisoras piden víveres para los sudcalifornianos en desgracia, nosotros nos tomamos una ballena en el Tule que presume un que otro tronquito arrastrado por el arroyo.


lunes, 31 de agosto de 2009

Al huracán Jimena se le hace agua la boca

Si algo sé de huracanes es que son rebeldes, no les gusta seguir pronósticos y al menor descuido pierden su calidad de huracán para convertirse en una deliciosa lluvia. Suelen ser aguafiestas. Aunque en ocasiones le hacen honor a su nombre y de tan grandes se les hace agua la boca por tocar tierra y armar un desmadre de dimensiones bíblicas. Hace ya varios años que no llega un huracán fuerte a Los Cabos y, desgraciadamente, tenemos una memoria de eyaculador precoz, nos dura si acaso minuto y medio: gran parte de Los Cabos está asentado en arroyos y cuando el agua corre, no hay nada ni nadie que pueda pararla, y pocos recuerdan o saben lo que pasa cuando pega un huracán grande y poderoso, y peor si trae nombre de mujer.

Esperemos que nos vaya bien con Jimenita: a mí me encantan los huracanes, es un buen pretexto para ir desempolvando el chocolate abuelita, la lotería, ir afilando los lucidores chistes para pasar el apagón, oler la maravillosa atmósfera que deja la lluvia y ver pasar las nubes tan rápido como si el que se moviera fuera el planeta. Esperemos que no haya pérdidas que lamentar y que sólo sea un pretexto para tener agua y juntar a la familia que, por la falta de luz eléctrica, no les va a quedar de otra más que ponerse a platicar entre ellos. Por cierto, Jimena se escucha bien, empieza con J de Jonás, y la J siempre es peligrosa. O por lo menos muy habladora.


sábado, 29 de agosto de 2009

El Par Vial mágico

En un pueblo mágico, llamado el destino de todos, un día cualquiera uno de sus brillantes dirigentes se le ocurrió crear una obra maravillosa y hermosa la cual llamaría Par Vial. Iniciaron las obras, deshicieron calles, tronaron negocios; los magníficos planes indicaban que la obra duraría sólo 9 meses.

Lo que no sabían es que la magia lleva tiempo, y el pequeño pueblo se ha llenado de ogros y entes malvados que no dejan terminar la obra. Los negocios, el desempleo y un tráfico de los mil demonios oscurecen la magía blanca y bienintencionada de los encargados del proyecto. Después de todo, la magia existe, tal vez en un par de años más lo terminen, y santaclós les deje muchos regalos por portarse tan bien y el ratoncito de los dientes pueda pasearse a toda madre con la infraestrura moderna y con el pavimento lujoso y brincador con el que recubrieron las calles, mientras que el fantasma de Michael Jackson baile el paso de la luna sobre las maravillosas banquetas que siguen oliendo a aguas negras.