jueves, 31 de diciembre de 2009

Feliz año con patines y senderos

Desde aquí dejo en claro el único de mis propósitos para el 2010 que vale la pena: no me verán, bajo ninguna circunstancia, ni siquiera aunque el amor apendeje lo que me queda de razón, ni siquiera por un descuido, ni aunque amanezca con los patines encarnizados, no me verán patinando en la nueva pista de hielo y no comeré ni siquiera una torta en la novedosa  y omnipresente plaza sendero.
Los demás propósitos son tan absurdos que no sé si los logre: no ver, si es que sale, ningún otro video porno de nadie que sea figura pública; ahora siempre que veo los periódicos no puedo evitar el rubor de quien sabe los secretos prohibidos que uno no debería saber, como cuando descubres al compadre de la familia engañando a su mujer. Visitar a los organizadores del par vial y felicitarlos por su maravilloso contribución al cosmopolitismo sanluqueño (los semáforos para peatones están poca madre, lo malo es que para el 2010 ya habrá carro voladores y serán inútiles, una lástima, tanto se tardaron que el futuro los alcanzó). Aprender a tocar la guitarra y dejarme el copete, después de los resultados de mi investigación de campo me pude dar cuenta que es la fórmula infalible para tener morrita sin manejar un honda civic. En fin, hay varios más, pero del resto, sólo vale la pena el  último: dejar de ver los videos pornos de políticos cabeños que hay en línea. Me encanta el espíritu navideño y esas cosas.


martes, 29 de diciembre de 2009

Santa y existencias

Por supuesto que me sorprendí. No todas las noches se encuentra uno a un viejo barbón con cubrebocas en la cocina. Jamás lo había visto, incluso llegué a pensar que en realidad no existía, pero me di cuenta que había vivido en un error. En un grave error que me había condenado a varios años en los que mis papás habían tenido que comprar los regalos y ponerlos debajo del árbol sólo porque su maleducado hijo era incapaz de ganarse los regalos por sí mismo. Ahora entiendo que cuando, aquella noche, me desperté a orinar a las dos de la mañana y los sorprendí acomodando los regalos en vez de sataclós, me tuvieron que decir que santa era un invento sólo para no hacerme sentir mal. Ese fue el máximo error de mis padres, según lo que me dijo Santa esa noche. Después de que me repuse de la sorpresa, lo invité a cenar, platicamos un rato. Me enteré que está preocupado por el mundo, me recomendó que fuera al cine a ver Avatar, que anulara el voto las próximas elecciones y que me pusiera las pilas para superar la crisis el próximo año. Cuando se despedía, no me quedé con la duda y le pregunté por qué ahora se había dignado en dejarme regalos: Ah, me dijo justo cuando empezaba a repasar mis buenas acciones del año, leí tu entrada sobre los homosexuales y fue inevitable perdonarte tantos errores. Si me sorprendes con algo sobre la nueva ley de los matrimonios nos veremos el próximo año. Y se alejó con carcajadas cálidas que abarcaron todo el cielo hasta que la lucecita se perdió en el cielo. Después de todo, yo fui el único del lugar que recibió un regalo, los demás fueron engañados por sus padres.