martes, 24 de abril de 2007

Ay, en esa cola si me formo (El regreso)

Odio al racismo y a la discriminación casi igual como a los chuntaros. Es hora de ponernos sinceros y armarnos de valor: tomar la escopeta cargada y salir a la calle a cazar personas no gratas. Yo propongo ir avanzando desde las colonias más alejadas hasta llegar a la plaza Puerto Paraíso y al final, organizar una fiesta para recaudar fondos para la creación de un muro fronterizo cabeño que nos proteja de todos los migrantes, chuntaros, tahualilas, indios, negros y cualquier otro nombre que nos llene de orgullo por estar fuera de esa clasificación. Así, después de la exterminación, disfrutar de una ciudad tranquila, sin delincuentes ni personas feas y podremos salir a la calle con nuestras mujeres sin que existan miradas acosadoras ni piropos ofensivos. También acabaríamos con los niños que venden chicles a los turistas, a las señoras tercas de las trencitas en la playa y a los amables vendedores ambulantes que nos quieren vender un collarcito como si de ello dependiera su vida.

Cabeños personas bien, síganme, necesitamos purificar nuestro territorio. Ah pero cuando nos enteramos de los abusos hacia los migrantes mexicanos en Estados Unidos nos indignamos como si el paisano víctima hubiera sido casi nuestro tío. No podemos creer que exista tanto racismo y discriminación hacía nuestros compatriotas en el vecino país cuando son ellos los que hacen el trabajo primario de aquel país: trabajan en la construcción, son jardineros, eléctricos, mecánicos, pintores, recolectores. Nos sentimos tratados como personas con sarna después de que supimos sobre la creación del muro fronterizo.

¿De qué nos sorprendemos si hacemos lo mismo en nuestras ciudades? Nos quejamos porque llegan miles de personas sin educación, que no tienen respeto, que ensucian nuestras calles y le dan una mala imagen a nuestro grandioso destino turístico. Pero son ellos la base primaria para que Los Cabos se desarrolle, pero principalmente son personas iguales que nosotros. ¿No será mejor que antes de indignarnos por el trato hacia los mexicanos en estados unidos primero nos alarmemos por el trato que nuestra sociedad le da a esa población que anda de un lado a otro buscando el alimento de todos los días? Es obvio que la igualdad es una utopía, todos somos distintos nos guste o no, pero compartimos esa estructura universal que nos permite pensar, sentir, morir. Aunque hay algunos que nacieron con alguna falla y se creen el último modelo de dios, y andan por la vida haciendo de menos a los demás para justificar su patética superioridad monetaria que les permite apretar senos postizos o liposucciones de gente de sociedad. Tanta curva y yo sin frenos: la imposibilidad de alcanzar lo que los pudientes toman a diario. Hay que pensar un poco antes de aventar el sustantivo deplorable: Chuntaros.

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