viernes, 4 de abril de 2008

La libertad que nos compramos

Con todo el respeto para nuestros ídolos históricos, yo jamás moriría por la libertad. Ni expondría mi hermoso trasero por una causa social. Por eso mejor escribo desde aquí, esto que pretende decir algunas cosas. Aquí me pongo rebelde, dejo la formalidad que tanto me caracteriza y lanzo la pregunta al aire:

¿No están hasta la madre de que todos los sábados los policías nos anden corriendo de cualquier lugar público al que llegamos?

Yo respeto a los policías, el único problema es que el sentimiento no es mutuo. Todos los fines de semana, si mis amigos y yo queremos reunirnos en un parque, plaza, estacionamiento público, banqueta, no podemos hacerlo porque ni bien el mierda (uno de mis amigos) empieza a poner ambiente con sus magníficos chistes llega una patrulla, nos tratan como si estuviéramos vendiendo droga (quien me conoce sabe que no me gusta ser quisquilloso, pero dicen algunos que si en realidad vendiera drogas me tratarían distinto, casi como un colega, pero yo por lo menos no he podido comprobarlo). No queda más remedio que ir a un bar para platicar a gusto y gastarnos el último centavo. No nos podemos reunir en lugares públicos. ¿Soy el único que se escandaliza por algo así?

No podemos ir a la mayoría de las playas porque son de los hoteles, y no podemos reunirnos en la vía pública porque nos tratan como delincuentes. Uta madre, yo siento que algo no está cuadrando.

Si alguien quiere hacer algo para solucionar eso, cuenta con mi apoyo y todo el distopicos.blogspot para poder hacerlo. Dejen sus comentarios, por lo menos para saber que piensan y si vale la pena hacer algo, o soy el único que vive preocupado por eso.

2 comentarios:

Jonás dijo...

y ni un comentario. Nada. A punto del sucidio cibernético.

Jonás dijo...

un años después y nada, ningún comentario. Ya no voa decir nada.